Geoingeniería: Argumentos contra su utilización como solución al cambio climático
No hay duda alguna de que incidir en los ecosistemas locales puede provocar efectos en todo el planeta. A ello debemos el cambio climático inducido por la actividad humana. Sin embargo, está ganando terreno una idea temeraria: que podemos intervenir deliberadamente los sistemas planetarios para corregir el daño que hemos provocado en nuestro clima.
Geoingeniería es la intervención intencional en gran escala en los océanos, los suelos y/o la atmósfera de la Tierra, con el fin de combatir el cambio climático. La geoingeniería puede referirse a una amplia gama de esquemas, entre los que se incluyen el lanzamiento de partículas de sulfatos a la estratosfera para reflejar los rayos solares; el vertimiento de partículas de hierro en los océanos para nutrir al plancton que absorbe el CO2; el disparo de yoduro de plata a las nubes para producir lluvia; la ingeniería genética de los cultivos para que su follaje refleje mejor la luz del sol, entre otras.
La geoingeniería emplea nuevas tecnologías para intentar rectificar los problemas creados por el uso de viejas tecnologías: un clásico remiendo tecnológico. Los protagonistas del sector privado que querrán encabezar la geoingeniería serán probablemente las mismas empresas de las ramas energética, química, silvícola y de los agronegocios que cargan con la responsabilidad de haber creado el actual predicamento climático en el que nos encontramos, es decir, los mismos que nos condujeron a este caos.
Elegir la geoingeniería como una de las soluciones al caos climático atenta directamente contra el principio de precaución. Aún los posibles inversionistas, reconocen que no sabemos lo suficiente sobre los sistemas terrestres como para arriesgarnos a la aplicación intencional de la geoingeniería o incluso a experimentar con ella en el mundo real. No sabemos si la geoingeniería será barata (como insisten sus promotores), especialmente si fracasa. Imaginamos que puede obstaculizar el desarrollo de alternativas constructivas o provocar efectos adversos. No sabemos cómo retirar, si se necesita, una tecnología de escala planetaria ya que ha sido desplegada.
Tecnologías que alteran la composición de la estratósfera o la química de los océanos pueden tener consecuencias no intencionales e impactos diferenciados en el mundo, es decir, que en unos lugares el resultado sea bueno, y en otros no tanto. Así como el experimento de geoingeniería” no intencional que significó la Revolución Industrial afectó desproporcionadamente a los pueblos que habitan las regiones tropicales y subtropicales del mundo, los experimentos de geoingeniería deliberada seguramente traerán las mismas consecuencias.
Está en juego el control internacional de los sistemas planetarios (el agua, los territorios y el aire), el compromiso para la mitigación del cambio climático y la adaptación. Si algunos gobiernos ricos y la industria ven a la geoingeniería como un remedio técnico barato para el cambio climático, invertirán su dinero y tecnologías en esta «solución científica» y no habrá recursos para ayudar al Sur global a enfrentar el caos que viene.
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