Documental: El efecto abeja
La necesidad de polinizar grandes cosechas ha dado lugar a la industria de la cría de abejas. Con una gran demanda, alquilar colonias de abejas es un negocio muy rentable. En muchos lugares, como Estados Unidos, los agricultores dependen exclusivamente de una sola especie, la abeja doméstica.
La monocultura es una forma racional de producir cultivos. Es mucho más fácil cosechar un cultivo único que un conjunto de plantas diferentes, que posiblemente tendrían que ser cosechadas de forma distinta. Pero si en un entorno solo hay un campo de colza en flor, los abejorros y las abejas de esa zona están limitados a alimentarse solamente de semilla de colza.
La falta de nutrición es un problema en más de un sentido. Las abejas y los abejorros no polinizan de forma altruista, sino para alimentar a sus crías y asegurar su colonia a tiempo para el invierno. Una dieta desequilibrada es probablemente una de las razones del descenso en la población de abejas. Doscientos aleteos por segundo no es suficiente.
La monocultura necesita polinización, pero los milenarios abejorros no se adaptan bien a ella. Los polinizadores silvestres que habitan en los márgenes de los campos de cultivo son muy eficientes, pero en un campo de arándanos de grandes dimensiones, los polinizadores nativos no llegan al centro del mismo, así que para esas zonas hay que recurrir obligatoriamente a los polinizadores comerciales.
¿Cómo reemplazamos las flores silvestres? ¿O las partes de una cadena alimenticia que se ha desmoronado? ¿Cómo entender la importancia de las pequeñas criaturas y de que tres cuartas partes de todas las plantas dependen de los insectos polinizadores? Dicho de otro modo, casi todo lo que vemos a nuestro alrededor depende de ellos.
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